5 fábulas cortas infantiles para niños

¿Quién no ha escuchado alguna vez una fábula antes de dormir o mientras merendaba? Las fábulas son como esos caramelos que, además de endulzar la tarde, traen escondida una moraleja para la vida. Son relatos breves, protagonizados muchas veces por animales muy listos (o no tanto), que nos enseñan valores y nos sacan una sonrisa, o al menos una ceja levantada de sorpresa. Aquí te traigo 5 fábulas cortas infantiles para compartir con los peques… ¡y con los no tan peques que aún disfrutan de un buen cuento!

Resumen
  1. La liebre y la tortuga: la carrera más famosa del bosque
  2. El león y el ratón: nunca subestimes a los pequeños
  3. La cigarra y la hormiga: el verano no dura para siempre
  4. El cuervo y el zorro: cuidado con los halagos
  5. El ratón de campo y el ratón de ciudad: cada uno con su queso
  6. Tabla de fábulas y moralejas
  7. ¿Por qué las fábulas siguen funcionando?
  8. Cómo contar fábulas a los niños (y no morir en el intento)

La liebre y la tortuga: la carrera más famosa del bosque

Había una vez una liebre muy presumida, que no perdía oportunidad para burlarse de la tortuga por su lentitud. Un día, la tortuga, cansada de tanto chistecito, la retó a una carrera. La liebre, confiada en su velocidad, aceptó entre carcajadas. Comenzó la carrera y, como era de esperar, la liebre tomó la delantera, pero decidió echarse una siestecita bajo un árbol (porque, claro, tenía tiempo de sobra). Mientras tanto, la tortuga avanzaba lenta pero sin detenerse. Cuando la liebre despertó, corrió a toda prisa, pero ya era tarde: la tortuga había cruzado la meta.

Moraleja: La constancia y el esfuerzo valen más que la arrogancia y la prisa. Vamos, que no por correr más se llega antes, y que las siestas, aunque deliciosas, no siempre son buena idea si hay una carrera de por medio.

El león y el ratón: nunca subestimes a los pequeños

Un león dormía plácidamente cuando un ratón travieso empezó a corretear sobre él. El león, molesto, atrapó al ratón con su enorme garra dispuesto a convertirlo en su merienda. El ratón, temblando, le rogó que lo perdonara y prometió ayudarle algún día. El león, divertido ante la idea, lo dejó libre. Tiempo después, el león cayó en una trampa de cazadores. El ratón, al verlo atrapado, corrió a ayudarlo y con sus pequeños dientes rompió las cuerdas, liberando al rey de la selva.

Moraleja: No subestimes a nadie por su tamaño, y sé bondadoso: nunca sabes quién te puede echar una pata (o una mano) cuando lo necesites.

La cigarra y la hormiga: el verano no dura para siempre

Durante el verano, la cigarra cantaba y bailaba feliz mientras la hormiga trabajaba sin parar, almacenando comida para el invierno. La cigarra se burlaba de la hormiga por ser tan trabajadora, pero cuando llegó el frío y la comida escaseó, la cigarra fue a pedirle ayuda a la hormiga. La hormiga, aunque algo enfadada, le explicó que cada uno recoge lo que siembra.

Moraleja: Hay que prepararse para el futuro y no dejar todo para el último momento. Sí, cantar está bien, pero llenar la despensa también ayuda a pasar el invierno sin dramas.

El cuervo y el zorro: cuidado con los halagos

Un cuervo encontró un trozo de queso y se posó en una rama para disfrutarlo. Un zorro, que pasaba por allí y tenía más hambre que un oso en dieta, empezó a halagar al cuervo: “¡Qué plumaje tan brillante! ¡Qué pico tan elegante! Seguro que tu voz es igual de hermosa”. El cuervo, hinchado de orgullo, abrió el pico para cantar… y el queso cayó directo a las fauces del zorro.

Moraleja: No te fíes de los halagos interesados. A veces, quien más te adula solo quiere tu queso (o algo peor).

El ratón de campo y el ratón de ciudad: cada uno con su queso

Un ratón de campo invitó a su primo, el ratón de ciudad, a pasar unos días en su humilde hogar. El ratón de ciudad, acostumbrado a lujos y banquetes, no disfrutó mucho de la vida sencilla del campo. Luego, el ratón de campo fue a la ciudad, donde la comida era abundante, pero también los peligros: trampas, gatos y sustos a cada rato. Al final, ambos comprendieron que cada uno es feliz en su propio entorno, con sus propias costumbres.

Moraleja: No todo lo que brilla es oro. A veces, la tranquilidad vale más que el lujo y el riesgo constante.

Tabla de fábulas y moralejas

FábulaProtagonistasValor principalMoraleja breve
La liebre y la tortugaLiebre, tortugaPerseveranciaLa constancia vence a la prisa
El león y el ratónLeón, ratónHumildad, gratitudNo subestimes a los pequeños
La cigarra y la hormigaCigarra, hormigaEsfuerzo, previsiónHay que trabajar y prepararse
El cuervo y el zorroCuervo, zorroPrudenciaCuidado con los halagos interesados
El ratón de campo y el de ciudadRatonesSencillez, prudenciaCada uno es feliz en su propio entorno

¿Por qué las fábulas siguen funcionando?

Las fábulas son como ese amigo que te dice verdades incómodas, pero en versión simpática y con animales que hablan. No solo entretienen, sino que siembran semillas de valores como la honestidad, la amistad, la humildad y la prudencia. Además, son tan cortas que hasta el más inquieto puede escucharlas completas antes de salir corriendo a buscar su merienda.

“Las fábulas son pequeñas historias con grandes enseñanzas. Un niño que crece escuchando fábulas, crece aprendiendo a pensar y a sentir por los demás.” - Maestra de primaria anónima pero sabia

Y si alguna vez te preguntan por qué los animales hablan en estos cuentos, puedes responder con toda tranquilidad: “Porque si no hablaran, ¡serían solo documentales de la naturaleza!”

Cómo contar fábulas a los niños (y no morir en el intento)

  • Haz voces divertidas: La liebre presumida, la tortuga paciente, el león gruñón… ¡anímate a ponerles voz!
  • Pregunta al final: ¿Qué aprendiste de esta historia? Así, además de entretener, ayudas a que la moraleja quede bien clarita.
  • Repite las favoritas: Los niños adoran escuchar la misma historia una y otra vez. ¡Paciencia, que algún día te lo agradecerán!
  • Invita a inventar nuevas moralejas: A veces los niños ven detalles que los adultos pasamos por alto. ¡Déjalos sorprenderte!

¿Listo para convertirte en el mejor cuentacuentos de la familia? Solo necesitas estas fábulas, un poco de imaginación y muchas ganas de compartir momentos inolvidables. Y si alguna vez te quedas sin ideas, recuerda: siempre puedes inventar una nueva fábula… ¡aunque sea sobre el gato de la casa y su eterna siesta!

Laura Puentes

Laura es una profesora de 31 años que trabaja como profesora de primaria en un colegio Sevilla. Se caracteriza por su entusiasmo por los apuntes bonitos y sus estudiantes.

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